No se metan con mis macetas

Ya no hay moral. Y yo que me creía la única... Esa foto vino de ultramar, lo cual indica que otra raptora de macetas anda suelta.

No están ustedes para saberlo, pero claro que ya llegué para contárselos: los jardines colgantes de mis cuat@s, en babilonia ( por lo general después de dos botellas de pócimas destiladas de las verdes matas), han sido impunemente asaltados con nocturnidad, alevosía y ventaja por esta loba y sus arranques etílicos.

Digamos que el hecho tiene sus justificantes:
a) Ambientales: reforesto la zona de la ciudad que me toca (particularmente mis balcones). Hay que cuidar el medio ambiente, o no?
b) Morales: No es lo mismo que digan las vecinas "es virgencita y riega las flores taaan temprano!", a "es una borracha, regresa siempre bien tarde nomás a vomitarse en las jardineras". Como dice mi conmadre Elia: hay una reputación que descuidar.
c) Psicológicas: en realidad soy caníbal, pero con hartos pruritos vegetarianos. Prefiero tener unas cuantas hojitas verdes pertenecientes a mis amad@s, que sus vísceras en el refri. Eso es amor.
d) Físicas: intenten caminar dos cuadras en línea recta y subir tres pisos con un helecho que pesa 15 kilos, equilibrándolo en la ebria mollera !y luego vengan a decirme que nunca hago ejercicio!
e) Económicas: los cactus del Museo del Desierto están chulos de bonitos, pero me quedan más lejos, hasta Saltillo.
f) Filosóficas: ando buscándole lombrices a Lucrecio y su De Rerum Natura. Una de ellas, bien gorda, que me encontré en unas violetas africanas me confesó: "El ser feliz e incorruptible no tiene preocupaciones ni se las proporciona a otros, por tanto no se ocupa de enfados ni agradecimientos [...]."

Dicho lo cual: amarren sus macetas cuando yo ande cerca.