Cuentos para Tamara

La Chuleta es una cabrona. Todo el día anda viendo qué travesura nueva hacer. Cuando se queda solita, tiene todo el tiempo del mundo para sacar la papelera del baño y regarla por encima de los sillones. Juega a quitarle los elásticos a los chones de la tía o a los brassieres de las primas.

Pero lo que más le gusta hacer, es cantar bien fuerte. Todos los días ensaya para ver si logra que su voz se oiga hasta el otro lado del mar, donde vive una niña que se llama Tamara.

Sabe que un día volverá a jugar con ella en el parque y correrán con la lengua de fuera hasta que casi se les salga el corazón por las orejas. Mientras tanto, la Chuleta sueña con el sabor a chicle de los tenis de Tamy.
(Ah,que no! !no es cierto!, dice Tamara y se enrosca como lombricilla).

Yo no sé. A mí la Chuleta me pidió que le escribiera a Tamara y le dijera que le guarde un huesito. Ya ni a friega, ahora está bien tripona porque a lo mejor se comió el tapón de la bañera. A mi se me hace que se quiere inflar para ver si sale volando como globillo, para llegar hasta donde vive Tamara.

!Ah, que la Chule!