13 junio 2006

Hasta Karmiel

Este post va dedicado a Betty K., mi hermana, la que no escribe, pero hace sonetos de camarón y los platillos más rimados de este lado del mundo. A Rebe y Tamy, que son mi adoración
Y a mi hermano David, que es de oro, aunque todavía no se lo crea.

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Mi hermana no escribe poemas
y es casi imposible que súbitamente empiece a escribir poemas.
Ella salió a su madre, que no escribió poemas.
Y a su padre, que tampoco escribió poemas.
Bajo el techo de mi hermana yo me siento segura:
nada podría mover al esposo de mi hermana a escribir poemas.
Y aún cuando suena como un poema de Adam Macedonski,
ninguno de mis parientes se dedica a escribir poemas.

En el escritorio de mi hermana no hay viejos poemas,
tampoco algunos nuevos en su bolso de mano.
Y cuando mi hermana me invita comer,
yo sé que no tiene la intención de leerme poemas.
Ella hace soberbias sopas sin siquiera esforzarse,
y su café no se derrama sobre manuscritos.

En muchas familias nadie escribe poemas,
mas cuando lo hacen, rara vez es sólo una persona.
Alguna vez la poesia fluye en cascadas de generaciones,
lo cual produce temibles altercados en las relaciones familiares.

Mi hermana cultiva una decente prosa hablada,
su toda vena literaria se derrama en postales de vacaciones
que prometen la misma cosa cada año:
que cuando ella regrese,
nos dirá todo,
todo,
todo.

Wyslawa Szymborska
(Traducción de Estela Alicia López Lomas).

Nos veremos en invierno, mis amores.

1 Comments:

Blogger Alma Ramírez said...

qué, pero que que que que bonito!!! lo único que sé es que pase lo que pase, la voy a extrañar retiarto. Amamachos.

domingo, junio 18, 2006  

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