30 diciembre 2005

El juego siempre nuevo

Un juego fue este ciclo. Perdí minutos, gané tu cercanía y enmedio de las prisas no me faltaron la risa, el raspón, ni la caída.

Me divertí contando hasta cien mil y no me halló la muerte. Ni a ti. Supimos bien jugar a las escondidillas.

Amé hasta decir basta esta mirada tuya, las palabras que hicieron tropezar mi corazón por un instante.

Tuve pan y un paraguas que me llevó navegando entre la lluvia.

Tuve trabajo y hasta pretextos para faltar a él, sólo por darme el lujo.

Supe que mi paciencia es más grande que aquello que la prueba,
que no toleraré más ciertas cosas y que soy débil también, pero te tengo.

Lloré, es verdad, pero es tan bueno hacerlo. Sigo teniendo húmedo
el humor, el verbo, el epicentro. Tiemblo sin frío. Río como río.

Por todo esto, doy gracias y cierro mi abrazo en torno a mi deseo, que no es otro que esto:

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