El juego siempre nuevo

Un juego fue este ciclo. Perdí minutos, gané tu cercanía y enmedio de las prisas no me faltaron la risa, el raspón, ni la caída.

Me divertí contando hasta cien mil y no me halló la muerte. Ni a ti. Supimos bien jugar a las escondidillas.

Amé hasta decir basta esta mirada tuya, las palabras que hicieron tropezar mi corazón por un instante.

Tuve pan y un paraguas que me llevó navegando entre la lluvia.

Tuve trabajo y hasta pretextos para faltar a él, sólo por darme el lujo.

Supe que mi paciencia es más grande que aquello que la prueba,
que no toleraré más ciertas cosas y que soy débil también, pero te tengo.

Lloré, es verdad, pero es tan bueno hacerlo. Sigo teniendo húmedo
el humor, el verbo, el epicentro. Tiemblo sin frío. Río como río.

Por todo esto, doy gracias y cierro mi abrazo en torno a mi deseo, que no es otro que esto:

La tortura estacional

En el limbo

Ya estuvo. Antes de que me regañen déjenme decirles que
que mi tardanza en postear se debió a que andaba en el limbo.

Si ustedes creían que el clan de brujas y brujos derrochamos el tiempo tratando de sacarnos la borrita del ombligo (que no tenemos), les comento que están en un error.

Fueron siglos de duro trabajo para que JP II declarara que el Infierno no existe sino en "un espacio de la mente, donde el pecador experimenta eternamente la desesperación por no ver el rostro del Señor" (sic!) de zenit punto org, en julio de 1999.

(Risas de fondo, cortesía de mi wikarika favorito, que resuenan por todo el cañón de Guitarritas, donde se hace la ceremonia del venado sagrado)

Ahora sí, ahí la llevamos. Como el Vaticano ya se parece al Inegi, de un plumazo borró de su celestial estadística a todos aquellos que estaban atrapados en el mezzanine de la fe. Esos no cuentan. Borrón a la chiquillada que murió sin haber sido bautizada. Nada de espíritus indecisos haciendo cola (fila) para entrar a la disco El Paraíso algún día. Desalojados hasta de ahí como viles posesionarios, okupas a los que no había donde poner.

De ahora en adelante, ya sin la sala de espera y habiendo clausurado el infierno por decadente, el acceso al Paraíso será muuuy reservado. Pondrán un arcangelote con cadena flamígera a la entrada, para que el de la puerta mire y tase las virtudes que darán paso a la creme de la creme: ?Legionario? ?del Opus?, por aqui, su reservado junto a la pista. No se admiten poverellos de Asis ni uniformados.

!Me encanta la idea! Que aquí en la terra como en el cielo se enclaustren en su feudo y cierren por dentro.

Sea.




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