27 mayo 2005

De ultratumba

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Esta cabrón. Uno tiene sus fantasmas bien clasificados, etiquetados y embalsamados en el almario.
De pronto uno vuelve del pasado, Tutankamon tonante.
Le mete mano a tus focos, tu cafetera, tus discos, tus libros, tu tele. Se mete en tu baño, pone su cepillo junto al tuyo, te trae el café a la cama y te das cuenta de que hay un deja lu en el aire.
Por un momento recuperas ciertos sonidos, olores, gestos, tactos, manías. El ritual es perfecto, pero tus alertas se disparan.
Sí, el deja vu es cierto. Viste la foto hace poquito: recuerdas con precisión el sarcófago coloreado que acaba de emerger en el Valle de los Muertos hace unas semanas. Salió en las noticias. Es hermosa la momia, pero no deja de ser eso: un vestigio arqueológico.
Le pones veinte pesos de timbres en las nalgas al recuerdo y lo mandas por cigarros a Sebastopol.
Tiras el resto del café por la coladera y solo entonces recuperas tu sitio, comme il faut, en el Valle de las Reinas.

Anubis, chacalito, gracias por el aviso. Te debo un aullido y un cinto de piel de cocoNilo.

26 mayo 2005

Me lo dijo un pajarito

Esto es para que la Pato supere el horror que le produjo la muerte de un pájaro bebé.
Como soy muy bruta para consolar amigas que necesitan "piojito" en esos trances, mejor le cuento este cuento.
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Diálogo entre una descendiente de Noé y un pájaro

Por Susan Sontag


Cuéntame un cuento –dijo una de las descendientes de Noé–. Sí, cuéntame un cuento.

–¿De qué clase? Mmmm. Puedo contarte uno con final feliz.

–No seas condescendiente. Puedo tolerarlo. Sólo cuéntame un cuento.

–Entonces te contaré uno con final triste. Pero después de un rato ya no prestarás atención. Estarás inquieta, con la mirada distraída. Y te preguntaré lo que ocurre y me responderás que ya has oído ese cuento antes. Me dirás que no tenía por qué haber terminado tan mal.

–¿Sólo hay dos clases de cuentos? No es cierto.

–Ay, el cielo es amplio. Ay, el océano, profundo. Y todos los cuentos ya han sido contados, ay, ay, ay...

–¡Basta! Sólo quieres atemorizarme. Pero es inútil, no tiene remedio. Debo mantener el ánimo en alto. Sé que eres un pájaro agorero. Te gusta atemorizarme.

–¿Agorero yo? Te equivocas. Me encanta estar vivo. Precipitarme, lanzarme y posarme donde me apetece. Lo que ocurre es que si observo mi entorno no puedo sentir más que desánimo.

–Escucha, se supone que eres el portador de buenas nuevas.

–Sólo puedo relatar lo que veo.

–Pues vuela, entonces. Y no vuelvas hasta que puedas contar algo optimista.

–¿Ves? Te lo dije, no quieres oír malas noticias.

–Vaya, es que no quiero escuchar malas noticias siempre. No me lo reproches.

–Bien, lo intentaré de nuevo. No creas que me gustan las calamidades, claro que no. Así que quieta aquí y déjame echar otro vistazo.

–¡Espera!

–¿Qué?

–No te distraigas por ahí. Quiero decir, no hagas el tonto. Es decir, sólo trae las noticias.

–Primero me riñes por agorero, y ahora me reprochas que lo pase bien. Pero no puedo evitarlo. El éxtasis es lo mío. Soy un artista, ya lo sabes.

–¿El éxtasis, dónde?

–Por doquier.

–Vaya suerte.

–Qué, ¿nunca lo has sentido?

–Claro, pero...

–Sí, ya sé. Pero entonces algo te desanima. Cargas con todas estas posesiones que tanto te importan y tienes que guardar y remplazar, y todos tus ambiciosos proyectos y tu crasa parentela, y...

–No hables de mis parientes, ¿te queda claro? Se esfuerzan mucho.

–Todos os esforzáis. Sobre todo en ignorar las malas noticias hasta que vienen a posarse en tu regazo.

–Y ¿por qué no habríamos de albergar esperanzas? Considera a cuánto hemos logrado sobreponernos. Y aquí estamos, todavía. Perduraremos. Lo sé.

–Eso espero. Ojalá estés en lo cierto. En todo caso, yo me voy.

–Pero, ¿volverás?

–Sin duda.

–¿Me lo prometes?

–Desde luego que volveré.

***


–Vaya, ¡te has retrasado!

–Lo siento. Me lo estaba pasando bien.

–¿Y qué más?

–Estaba buscando buenas noticias.

–¿Y?

–Pues bien, siempre hay alguna buena noticia, si eso es lo que quieres saber. Te ruego que no creas que disfruto con tu preocupación.

–Vamos, preocúpame.

–Nada parece estar marchando muy bien allá. Vi cosas muy perturbadoras.

–Estoy segura de que te desviaste para encontrarlas.

–No hizo falta ir muy lejos.

–Quizás no te parezcan bien a ti. Quizás mi punto de vista es distinto.

–Muy bien, prueba tú. Traigo algunas fotos.

–Vaya, fotos. ¡Qué bien!

–Míralas.

–¡Dios mío, es la luna! Las aguas retrocedieron y recalamos en la luna. Alabado sea el Señor.

–No, es el desierto.

–Ah. Mira, éstas son magníficas.

–Gracias.

–Me parece muy hermoso. Estos dorados, rosados y castaños. Y el cielo. Y la luz. No veo que haya nada malo.

–Bien, no se trata sólo de mirar. Tienes que saber lo que ha estado sucediendo. Hay un cuento que acompaña las fotos. Cuando conoces el cuento, las fotos cobran otro sentido.

–Ya sé, ahora me vas a venir con lo de la maldad humana. Ya me sé la historia. Por eso hubo un diluvio.

–No, no quiero contarte algo tan general. Más bien quiero hablar de la pasividad. Y del poder. Quizás adviertas que no hay gente en las fotos. Pues esto es lo que ha hecho la gente.

–De igual modo, me parece hermoso. ¿No puedes ver el friso sutil de las ruinas a lo lejos, casi del mismo color de la arena?

–A veces, cuando las cosas son destruidas, parecen hermosas.

–¿Más hermosas?

–A veces.

–¿Y cómo lo sabes?

–Debes aprender a interpretar las señales.

–No, puro graznido.

–Graznido humano, te lo aseguro.

–¿Hay mucha gente que conoce esta historia?

–Sí. Mucha. La cuestión no está en saber sino en preocuparse.

–Pero debes aceptar que preocupaciones sobran. No puedes preocuparte por todo.

–Creo que esto debería preocuparte.

–Pero el mundo es un lugar muy amplio, ¿no es así? Quiero decir, hay mucho espacio. ¿Realmente importa lo que sucede en unos cuantos lugares? ¿Si unos lugares se estropean, arruinan o profanan? Siempre hay espacio para continuar. ¿Si se le prende fuego a unas bibliotecas llenas de libros y manuscritos viejos, si se saquean unos cuantos museos? Al mundo le sobran más cosas viejas, si eso es lo que te gusta ver.

–Debes de ser de Estados Unidos.

–¿Cómo?

–No importa.

–Creo que le contaré esta historia a unas cuantas personas. ¿Les puedo mostrar las fotos?

–¿Por qué no?

–No vueles ahora. Quédate en tu percha. ¡Volveré antes de que me eches de menos!

***


–¿Me echaste de menos?

–¿Qué dijeron los demás?

–Dijeron que las fotos eran hermosas.

–¿Es todo?

–Dijeron que también estaban inquietos.

–¿Qué más?

–Dijeron que no había nada que hacer.

–¿Eso dijeron? ¿Todos?

–Bueno, no todos...

–Y...

–Dijeron que el mundo allí fuera es cruel.

–Yo diría que el mundo también es cruel aquí dentro. En tu, ¿cómo le has llamado?, arca.

–Nos las arreglamos.

–Ya veo.

–¡De verdad! Sólo tenemos que, mira, reducir nuestras expectativas.

–A medida que todo empeora.

–Exacto.

–¿Y ahora quién es el pesimista?

–No es pesimismo. Es realismo.

–Sí, claro.

–Y también me advirtieron de que me tomara con un grano de sal lo que decías. Dijeron que eras un artista.

–Yo ya te dije eso.

–Creí que tu labor era traer noticias.

–Los artistas también hacen eso.

–Sí, malas noticias.

–No siempre, te lo aseguro.

–Dijeron que a los artistas les gusta centrarse en los desastres. Que se deleitan en las malas noticias. Y que son moralistas ingenuos que no comprenden las leyes de hierro de la historia. Y (no te rías) del progreso.

–¿Cómo cuáles?

–Bien. El porqué tienen que hacer eso. La gente que todo lo domina. Por qué tienen que destruir el desierto. Y, a veces, las ciudades y los pueblos. Lo que me mostraste en las fotos.

–¿Por qué, entonces? Dímelo tú.

–Porque tenemos enemigos. Enemigos malévolos. Hemos de estar preparados. Tenemos que defendernos. Tenemos que ir allá y detenerlos antes de que sean lo bastante fuertes para hacernos algo.

–¡Loro!

–Oye, no todos somos pájaros aquí.

–¿De verdad te crees lo que acabas de decir?

–Mira, estoy pensando en lo que me comentas. Es una pena, en verdad. Las marismas se convirtieron en desierto. El desierto profanado. Y lo que le sucedió a los animales. Y a la agente y a lo demás. Pero hay muchas otras consideraciones, políticas, económicas, científicas, que no comprenderías. Eres un vagabundo. Eres un artista.

–Es cierto. No tengo ataduras. Como un pájaro.

–Digamos.

–Veo que has conocido a muchos artistas.

–Si te he ofendido, lo lamento.

–¡Dios mío, dame fuerzas! ¡Estos ilusos tan...!

–A mí no me graznes. Yo no fui. Yo no devasté el desierto. No maté a los animales. Ni masacré a los conscriptos. No prendí fuego a la biblioteca ni saqueé el museo de antigüedades.

–¿Sabías que durante la primera guerra del Golfo se mostraban películas pornográficas a los pilotos justo antes de que los enviaran a sus misiones de bombardeo?

–Pilotos de Estados Unidos.

–Así es.

–Oye, ésa ha sido práctica en más guerras coloniales norteamericanas que las que puedo contar. Pero los estadunidenses no inventaron el vínculo entre la testosterona y el placer de dar muerte, sobre todo de dar muerte desde lo alto de los cielos a gente indefensa en tierra, del mismo modo que es el único país que envenena su propio territorio.

–¿Qué quieres decir?

–Que todos hacen lo mismo en cuanto se les presenta la oportunidad. Así pues, ¿por qué te metes con Estados Unidos?

–Supongo que porque soy un artista estadunidense.

–¿Estás poniéndote sarcástico?

–¿Yo?

–Sí, tú.

–Hasta pronto, yo me largo al desierto de la alegría.

–Sabes, antes de que te marches, debes reconocer que la naturaleza es violencia.

–Y la naturaleza humana.

–Sí. Aunque no todos se comportan tan mal como la gente puede llegar a comportarse.

–Como si fuera perenne. Eso está sucediendo ahora mismo.

–Pues yo no soy una de las perpetradoras. La gente que de hecho hace esto ni siquiera hablaría con una criatura como tú. La gente que hace esto sólo alzaría una arma y te borraría de los cielos.

Se escucha un aletear de alas.

–¡Oye! ¡No te vayas! ¡No soy una de los dirigentes del planeta! ¡Soy una pobre criatura como tú! No te... vayas.

*

Aquí estoy de vuelta.

Silencio.

–¿Hola?

–Creí que no ibas a volver.

–Ay, soy un pájaro persistente.

–¡Sin duda alguna! Pero, en serio, te admiro porque no te has dado por vencido.

–Pensé que si seguía cantando, lo comprendería finalmente.

–Pues sí, la tenacidad es una de las virtudes. Y las fotos son inolvidables. He de reconocerlo. Tus paisajes de catástrofe.

–Pero te gustaría olvidar lo que te he mostrado, ¿no es así?

–Claro que sí. ¿Quién quiere sentirse más desamparado?

–Pero no lo olvidarás.

–Aunque me quedara ciega no podría olvidar esas fotos.

–Es curioso que menciones la ceguera. Pues ése era el tema de la homilía que tenía intención de pronunciar. ¿Lista para la homilía?

–Dispara.

–Dios mío.

–Vamos, es una broma.

–No hay bromas.

–Tienes que tener sentido del humor. Para sobrevivir.

Silencio.

–Vale, pues.

Silencio.

–En serio, estoy escuchando.

–Mi homilía. Acaso lo sepas o no, pero hay dos clases de ceguera. La retiniana, que causa deterioro ocular, y la cortical, que resulta de una lesión en el cerebro y deja los ojos intactos.

–Qué interesante.

–El punto es que la gente con ceguera cortical ve, en algún sentido, es decir, recibe impresiones visuales en la conciencia. Pero se considera ciega porque esas impresiones no pasan a la plaza más pequeña de la conciencia. Esto ha sido demostrado en un experimento reciente.

–Me gustan los experimentos.

–Sí, ya lo sé. Bien, en todo caso, imagina una persona con ceguera cortical en un lado, por ejemplo, digamos, el derecho. La sientas a la mesa. Giras su cabeza a la izquierda. Colocas unos objetos, digamos, una taza de café y un candelabro, en la mesa, a la derecha. Si preguntas. ‘‘¿Qué ves en el lado derecho de la mesa?” La respuesta es: ‘‘Nada. Ya sabes que estoy ciego de ese lado”. Pero si replicas: ‘‘Sí, es cierto, no puedes ver de ese lado, estás ciego. Pero supongamos que pudieras ver, imagina que puedes ver. ¿Dónde crees que están los objetos en la mesa?” Y entonces, oh milagro, apenas dudándolo, la persona ciega extiende el brazo, abre la mano un poco en busca del candelabro, y la abre más para la taza.

–¡Vaya! ¿En verdad?

–Sí. Pero ésta es una historia. Me pediste un cuento. Esta es una parábola.

–¿Y cuyo sentido es...?

–Que lo mismo sucede con nuestras acciones. De igual modo que sabemos mucho más de lo que nos damos cuenta, podemos hacer mucho más de lo que nos creemos capaces. Formula la pregunta directamente: ¿Qué podemos hacer para evitar la destrucción del planeta y la creciente ola de violencia humana? La respuesta tiene que ser: Nada. ¿Los seres humanos contra los animales, los hombres contra las mujeres, la historia contra la naturaleza? Nada. Pero qué sucede si decimos: De acuerdo, no puede evitarse. Sin embargo, si imaginamos, sólo como hipótesis, aunque desde luego es imposible...

–Ya veo –dijo la descendiente de Noé.

–Sí –respondió el pájaro–. Otro marco para la voluntad. Porque está tan claro como el día y la noche: los bosques están siendo arrasados; las aguas, envenenadas; el aire se está oscureciendo y volviendo tóxico. Y los gobiernos presuntuosos continúan proyectando su poder con éxito: para conmocionar y asombrar, masacrar, explotar y despojar. Es cierto, no se puede salvar al mundo. Pero, ¿si actuamos de todos modos como si pudiera salvarse? Pues entonces...

–Ya veo –repitió la descendiente de Noé.

–Sí –dijo el pájaro agorero, algo más animado–. Casi es posible que se pueda salvar el mundo.

*Texto de la escritora y activista estadunidense incluido en el primer número de la revista Granta en español, en traducción de Aurelio Major.

18 mayo 2005

No me toquen ese vals


Free Image Hosting at www.ImageShack.usEL PIANO MAN

Se ha contactado a orquestas de toda Europa con el fin de identificar al "pianista".

BBC Mundo. Una noche de la fría primavera británica, poco después de una lluvia torrencial, una patrulla policial se encontró en una playa de Kent, sureste de Inglaterra, con un hombre vestido con un traje de buen corte, empapado y mudo.

Caminaba por la playa incapaz o sin intenciones de revelar su identidad, qué hacía allí o qué buscaba. Ya internado en un hospital local, un funcionario le acercó un lápiz y un papel, con la esperanza de que se comunicara. El hombre sólo dibujó una bandera de Suecia y un piano, hasta el último detalle, incluidas las 88 teclas.

"El pianista", como le llaman ahora los empleados del hospital, fue conducido poco después hasta la capilla del mismo, donde habita un piano. Allí no hizo más que sorprender a propios y extraños con la ejecución perfecta del instrumento. Tocó durante cuatro horas sin pausa, incluida una versión completa del "Lago de los Cisnes" de Tchaikovsky.

No hizo más que sorprender a propios y extraños con la ejecución perfecta del instrumento. Tocó durante cuatro horas sin pausa, incluida una versión completa del 'Lago de los Cisnes' Michael Camp, uno de los funcionarios del hospital dijo que "el pianista" cobra vida cuando se instala frente al teclado, en contraste con su actitud reservada y ansiosa lejos del instrumento.

El hombre no ha pronunciado palabras desde que fue localizado el pasado 7 de abril; sólo ha escrito música, que ha sido verificada como original.

Más de 150 personas han llamado a la línea de ayuda para ayudar a identificar al "pianista".Además se ha comenzado a contactar orquestas en toda Europa para procurar su identificación, ya que sin dudas se trata de un pianista consumado. El caso recuerda al del pianista australiano David Helfgott, que sufrió un colapso nervioso y no volvió a tocar en público durante 10 años. Helfgott inspiró la película "Claroscuro" (Shine) de 1996 con el actor Geoffrey Rush en el papel protagónico.

Hasta aquí la BBC.

Luego de indagatorias, se supo que era un tipo llamado Andreas Grassl. Hace unos días fue dado de alta de un hospital británico tras confesar a una enfermera que era alemán, y tiene, al parecer, una larga trayectoria en busca de la popularidad mediante cartas a famosos, incluido el magnate de la informática Bill Gates, e intentos de participar en programas televisivos. Sí toca el piano, pero esta vez, desafinó. Ni modo, calladito era más bonito.Todo iba muy bien... hasta que confesó que había arrancado las etiquetas de su ropa para que ni con eso lo identificaran.

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Te callas
por cansancio,
porque te obligan,
porque te gusta tener la última palabra,
porque sí,
porque no,
porque tienes la boca llena de razón,
porque quien mucho habla poco aprieta,
porque todavía dura la anestesia del tercer molar,
porque los chiclosos están muy ídem,
porque en boca cerrada no entran tortas,
porque ya dieron la tercera llamada,
porque el asesino está cerca,
porque no hay con qué pagar el recibo del teléfono,
porque las cuerdas vocales amanecieron consonantes,
porque una imagen dice más que una redactora,
porque se metió en la boca de la loba,
porque vio la esquela de una lengua muerta,
porque no se sabe la canción,
porque tiene muchas respuestas y ninguna pregunta,
porque se hace de la boca chiquita,
porque la réplica puede ser a bocajarro,
porque está buceando en las aguas interiores,
porque es la voz que clama en lo despierto,
porque no se puede chiflar y comer pinole,
porque el cunnilingus así lo exige,
porque el semen se puede ir por otro lado,
porque soy tu madre,
porque hablando se tiende la gente,
porque se agotan las pilas... de argumentos,
porque acaba de pasar un ángel,
porque el muerto reclama su minuto de silencio,
porque hay palabras que salen caras,
porque alguien hizo que te tragaras tus palabras,
porque de lengua me como un taco,
porque como dice Pato, la ilustre filósofa de la isla vecina:
"si no tienes algo más bello que el silencio, pon un CD de Sabina"

Desafina el cuento del pianista, prófugo del embrujo del silencio...

!Ah, la literamuda!

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17 mayo 2005

La bestia

Como especie, estamos condenados a desaparecer simple y llanamente !por bestias!

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La Premio Nobel de Medicina Rita Levi-Montalcini afirma que los seres humanos "seguimos siendo animales guiados por la región límbica palocortical, sustancialmente igual en el hombre y en otros animales".

Igualito que los reptiles, por ejemplo. Nada nuevo, hay cada ejemplar suelto por ahí que ...

Bueno, Levi-Montalcini (Turín, 1909) es una de las grandes figuras del siglo XX. Su padre se negó durante años a permitirle que estudiara, porque en la época se consideraba que las mujeres no hacían esas cosas (estamos en el XXI y abundan los que piensan igual, brrrr).

Finalmente la dejó entrar al bachillerato superior y después a la Facultad de Medicina, donde se especializó en Neurología. La doctora descubrió la proteína NGF, estimuladora del crecimiento de las fibras nerviosas y el hallazgo le valió, en 1986, el Premio Nobel de Medicina.

Afirma Levi que "La humanidad no seguirá evolucionando. No desde el punto de vista somático. A falta de un nuevo desarrollo de la neocorteza cerebral, disponemos de los ordenadores. Vivimos como en el pasado, como hace 50 mil años, dominados por las pasiones y por impulsos de bajo nivel. No estamos controlados por el componente cognitivo, sino por el componente emotivo, el agresivo en particular".

Lo dicho, la violencia se asienta en el pequeño cerebro de reptil que ocupa el meollo del seso y que adquiere magnitudes como las que vemos tooodos los días. Echenle un chorrito de testosterona y listo. Pero, hey, cuidado no se justifiquen echándole la culpa de sus pendejadas a una hormona que si acaso facilita que sean peludos o pelones, peladas o pe-leonas. La violencia, como toda conducta, es aprendida y reforzada en contacto con la violencia.

"Como todas las evoluciones, la nuestra ha sido casual, una reacción frente a la necesidad. Ésa es nuestra historia. No se ha tratado de un desarrollo dirigido por un ente divino. Nos hemos desarrollado como otros animales; algunos han adquirido ciertas capacidades, nosotros hemos conseguido la neocorteza. Eso nos ha llevado a dominar el planeta y a situarnos por encima de las leyes de causalidad que nos han conducido hasta aquí. Pero hemos sufrido los peores horrores durante el siglo que ha terminado, todos ellos frutos del componente palocortical, la bestialidad. Mire, no sé hacia dónde vamos, pero estoy segura de que debemos librarnos de ese pasado nefasto o estaremos acabados como especie" !Auch!

Y si creen que la violencia es como la hemofilia, que se manifiesta en los varones pero la transmiten las mujeres, tampoco es verdad. El mito de que nosotras somos las criadoras de golpeadores también se tambalea. (!ja!, como si nos gustara tanto que nos arrastraran de las trenzas, como en esa fantasía de los cavernícolas).

No hay tal. Hay que educar a unos y otras para poner a raya los impulsos agresivos.

Pues como van las cosas, no soy nada optimista. No creo en los ángeles, en las buenas conciencias ni en ciertos sistemas "educativos" (que hacen lo suyo en esto de lobotomizar a nuestros retoñuelos.No sé que es peor)

La humanidad somos la plaga del planeta, tenemos amenazado todo lo que se mueva. Por más que haya sus excepciones, pero ¡lástima! no podremos decir , en los funerales de la especie : "fue bueno mientras duró". Mientras más conozco a los violentos, más amo a mi dinosaurio.

Lo quiero ahí, cuando me despierte de esta pesadilla.


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(Una de esas excepciones humanas es mi amado Chema Madoz, creador de universos luminosos, a quien le agandallo muchas de las obras fotográficas de esta cuevita y a quien no le había dado crédito, por que soy una despistada incrédula. Mea culpa... pero no salpiques)

13 mayo 2005

Mmjú!

Pues sí que se está poniendo aburrido el paraíso, dijo la sierpe Eva-siva.

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10 mayo 2005

Elogio del punto P


Para que dejen de hacer pucheros algunos queridos XY, que se quejan porque esta lobita los zarandea un día sí y otro también, aquí les va algo que les almidonará el ego.

Un monumento a sus más delirantes fantasías: el de Victor Noir, quien fue un polluelo periodista del siglo 19 (1870), muerto en un duelo por haber criticado a un pariente de Napoleón III (¿les recuerda algo esto, mis amados tundeteclas?)

Bueno, el caso es que el escultor lo inmortalizó tal como cayó: !en posición de firmes!

Nadie se acuerda ya de lo que su pluma decía, pero tiene un club de fans inmenso... por el lapicito que abulta su frontis.

Ya quisieran Gardel, Pedro Infante y otros galanes tener tantas visitas y flores en su tumba ... y tantas resobadas. El resto del monumento se ve súpercochambroso, pero lo que es el punto P está siempre rechinando de limpio. A la foto me remito.

Para quien se interese en ir a darle una pulidita al promontorio de la criatura, lléguenle al cementerio Pere Lachaise de París.


PD. Danzón dedicado a mi comadre la Rodartita, que tiene instalado el mejor blog de tortas y torteadas de la comarca (www.ivaginaria.blogspot.com ).

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07 mayo 2005

Madre naturaleza




La maternidad, territorio del "mall" a cuya entrada se puede leer: "Lasciate ogni speranza, voi ch'entrate.." es el único reducto de poder (?) al que se ha confinado a las XX.

A la sombra de esta que es tal vez la dictadura perfecta, crece la humanidad, mamando en biberones tibios el mito del amor materno, del "madresolohayuna" y de la abnegación llevada hasta lo abyecto.

Quien no haya participado en las interminables narraciones del martirologio en las que se presumen medallas y las cicatrices, que tire la primera piedra: yo pujé 72 horas, a mí no me dieron anestesia, me hicieron la episiotomía con abrelatas, traía las piernas de elefanta, perdí mi cinturita caraqueña, me salió una red de estrías más grande que el mapa carretero gringo, no he vuelto a dormir completo desde hace cuarenta años... Y así, ad nauseam.

Por mi parte, confieso que me regodeo en ese deporte delante de las que no han parido, sólo para ver si así puedo lograr que alguna desista de la idea de reproducirse, ante la película gore que les platico. Pero no. Casi todas quieren tener su propia versión. Las más osadas declaran cínicamente que en todo caso se puede recurrir a una cesárea indolora que incluya de una vez en la factura la liposucción.

Los frutitos de los vientres llegan como las visitas incómodas: sin avisar y justo cuando vas a hacer algo más interesante que dedicar veinte años de tu vida a pastorear humanoides para que sean capaces de comer con cubiertos, no decir peladeces delante de los vecinos y atarse solos las cintas de los zapatos.

Son buena compañía, de repente caen bien... pero quien diga que no ha tenido ganas de cometer infanticidio después de oír berrear a un bebé berrinchudo dos horas seguidas, está mintiendo. (Un chillido de esos alcanza los 109 decibeles, el oído humano soporta cuando mucho 110, equivalentes al despegue de un jet o a un concierto de heavy metal).

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Sigo convencida de que la paridera es algo que requiere sustantivas mejoras. Me parece que sería mejor que las XX pusiéramos un huevo y que los corresponsables XY del coctel genético se hicieran cargo de empollarlo unos cuatro años en alguna bolsita ad hoc. Conste que soy considerada y no incluyo en ese paquete para los XY el rompedero de fuente, los vómitos ni la depresión posparto, ni que les salga una sandía por ningún orificio del tamaño de un tejocote (eso precisamente es el parto).

Esa sería la verdadera igualdad, no chingaderas. Pienso proponerlo como proyecto a las ingenieras del posgrado en genética de la universidad.

Uno de mis vástagos está convencido de que vino al mundo en una caja de cornflakes y el otro, que me lo encontré en una tienda de mascotas. Podría decirles que los pedí por piezas y los armé como decía el catálogo o que me los saqué en una rifa del banco de semen congelado. Pero no. Ellos saben que soy un hermosísismo producto de su imaginación.

La verdad es que ni yo ni ellos sabemos lo que es el sacrificio edípico. Hemos podido liberarnos de esa melcocha y también hemos comprobado que el odio, a diferencia del amor, crece con el tiempo y la convivencia diaria. Crea vínculos imborrables. ¿No es esto lo que toda mater anhela y se le cumple puntualmente cada diez de mayo?

En todo caso, el hecho de saber que no tenemos que amarnos por decreto filial ni por imposiciones divinas o comerciales nos hace más felices y soportables unos a otra.

Soy desnaturalizada, ni modo. Así me quiero. Así me quieren.


PD. Danzón de la perrezz, dedicado a mis madres e hijas simbólicas, la única selección que no contraviene la naturaleza y que es digna de una loa a la nueva humanidat.

Fotito de 100Worth: Planta carnívora.

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02 mayo 2005

Que quince años no es nada


Hay un sitio en esta ciudad que acaba de cumplir años.

Ese nowhere land llamado Café Nuevo Brasil se define mejor por lo que no es.

No es café, no es nuevo, no hay nada que evoque al Brasil. Es un sitio por demás extraño, oximorónico. Se aferra a la nostalgia de una ciudad y unas personas que cambian todo el tiempo a pesar suyo, de ahí el exceso de fotos en sus paredes que las muestran como ya no son ni volverán a ser.

En ese instante congelado se cifran las pequeñas glorias y la derrota de los tiempos y los cuerpos.

Tiene un menú que es como nuestro simulacro de democracia: se resiste a mutar, está centrado en la costumbre, en las limitadas opciones, pero a fin de cuentas cumple su función, porque lo que no mata, engorda o aquerencia.

Es un lugar sin horario, llueva o truene, abierto día y noche, en una ubicación que a cualquiera desanimaría pero es privilegiada, en el centro de las discusiones que no admiten periferias comerciales.

Una clientela, la de siempre, que tampoco es eso, sino una serie de cofradías que en lo último que piensa es en comer o beber y por lo mismo, no extraña los manteles ni se inmuta ante la momia de los cubiertos que llegan envueltos en una apretada servilleta de papel.

Moani, su dueño, es el mejor jefe de información de la comarca, sonsacador de oficio, orquestador de conjuras de bajo impacto, barómetro infalible y hermano de la fauna borracha que sitia la barra por las noches sin fin. Si Juanita, su dueña (de Moani y del café) escribiera todo lo que nos pasa, ya se hubiera doctorado cum laude en Psicología, pero nunca le pagamos la consulta a ella ni les dejamos propina a las meseras, que nos conocen mejor que nosotros mismos.

En este territorio sin aduanas ni fronteras, intercambiamos, más que presencias y actitudes, un tiempo irrepetible. Por eso sabe raro este café.

Para mí, uno sin leche y con un taco de vida deshebrada por otros 15 años.

Yo también cumplí 15 esa noche. Otra vez, !salud!

Hermano, hermana, gracias.



En la foto: Aspecto de la distinguida concurrencia.

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