Tuve un encuentro cercano del tipo... inclasificable. Me llama un cuate al que conocí ocasionalmente hace años en uno de mis tantos trabajos.
De esos tipos a los que les devuelves el saludo por cortesía, pero con los que no te interesa entablar amistad. Llamémosle Pepe Le Peu, un francesito. Me dice que quiere verme, que le intereso, que no me ha podido olvidar... (Achis, achis. A moi?).
Repaso los "archivos" hasta que doy con su ficha. Mmmh. Nada que valiera la pena recordar en ningún sentido. Y de pronto se aparece con este rollo. ?Se habrá divorciado?
No deja de insistir con el mismo son, hasta que más intrigada que entusiasmada por el asunto, acepto tomar un café.
- Ok. Nos vemos hoy a las seis y media.
-Pero que no sea en un lugar caro-, dice. (Primera metida de pata. Grr. Bueno, acostumbro pagar mi cuenta, pero él no lo sabe)
Le Peu llega a las siete y cuarto. Se sienta en la silla más alejada y empieza a hablar del clima (Grrrr. Segunda a cuarta patas). Se avienta al ruedo como preparatoriano, pero ya rebasa la cuarentena holgadamente.
Se pone a brincar por todos los lugares comunes (Grrrrrr. Quinta a vigésima sexta patas, sin despeinarse). Él es muy liberal... y asume que yo también.
Epa. A ver si entiendo. Saco mi diccionario: Liberal. (Del lat. libera¯lis).
1. adj. Generoso, que obra con liberalidad. (Mmmh, pues no se le nota.)
2. adj. Dicho de una cosa: Que se hace con liberalidad. (Derrochar estupidez?, ahi la lleva).
3. adj. expedito pronto para ejecutar algo. (Eyacular, por ejemplo?)
4. adj. Dicho de un arte o de una profesión: Que ante todo requiere el ejercicio del intelecto. (Zaz! se jodió).
5. adj. Inclinado a la libertad, comprensivo. (Mmju!)
6. adj. Partidario de la libertad individual y social en lo político y de la iniciativa privada en lo económico. (Ajá)
7. adj. Que pertenece a un partido político de este nombre. (Aah, oui, le PUP!)
8. adj. Se decía antiguamente de cada una de las disciplinas que componían el trivio y el cuadrivio. (Oh, qué maravilla!. Pero no, creo que el pretenso quiso decirme puta, a secas).
Pido otro café y sigo mirándolo... hipnotizada? Catatónica? Nooo. Con un súbito ataque de frigidez marca estación polar.
Quiere que le cuente mis fantasías cachondas.
-De una vez, no? (patas 27 a 86)
Mis ojos de Ferocita Roja se entornan. Suspiro. Me estiro el rebozo, destejo unos flecos y le digo que cómo cree, !qué pena!, que mejor me cuente él las suyas.
Y allá va el idiota con el recuento de unas calenturas más sobadas que pasamanos del Metro. (El resto de las patas chapotean, una tras otra, hasta contar 895).
Pongo en off el audio y me dedico a ponderar si debo sacarle los ojos con la cuchara del café, morderle la yugular o simplemente dejarlo que se pudra antes de echárselo a las urracas de la plaza de enfrente.
- Ahora tú...
- Pueeees mira, para empezar, soy exhibicionista.
Pepe Le Peu se emociona, se pone coloradito y resuella.
- Tú eres voyeurista y a mí me encanta exhibirme..... a toda hora y en cualquier parte, con mi pareja. Hacerlo en su casa o en la mía. A plena luz y a ocho columnas. Te gusta así o más transparentito?
Donjuanete Le Peu retira su sonrisa. Barbotea que esto no tiene porqué saberlo el mundo... solo yo y él.
-Ajá. Pero me pediste que te dijera lo que me gusta. Podemos invitar a tu esposa para que, si quiere, se una al retozo. Yo soy muy generosa. Liberal, como dices.
-Esteeee...debo tomar eso por un no?
-Mejor tómalo con croissants, le dije al franchutito.
Me dio un ataque de hueva abismal. No valia la pena mancharme los colmillos. Pedí la cuenta al mesero y a Le Peu lo de su café.
Y luego hay quien se pregunta porqué adoro la soledad. Tan deliciosa y alejada del mundanal estruendo que hacen los pendejos miriápodos.